La falta de salud no es una excusa. Personas frágiles y enfermizas realizaron grandes cosas, porque la voluntad inquebrantable pudo sobreponerse a las limitaciones físicas.
No hay que tener una salud perfecta para alcanzar nuestros sueños, porque su logro depende básicamente de la fuerza de espíritu. Y el espíritu no es alcanzado por los microbios.
Beethoven era sordo. Roosevelt tenía poliomielitis y andaba con muletas y fue el presidente que tuvo más reelecciones en la historia de los EEUU. Gandhi apenas podía caminar cuando India obtuvo la independencia del imperio Británico.
Pero si tenemos una fuerte y sana constituciñon física todo será mucho más fácil. Cuando falta la salud, el camino se hará con grandes penurias y sacrificios. Por ello es imperdonable estar enfermos cuando podríamos estar sanos. Y construir una salud fuerte es algo parecido a la construcción de la torre Eiffel. Fortaleciendo a cada célula, una a una a través de la alimentación y el entrenamiento físico podremos convertir a nuestro cuerpo en una sólida y hermosa comstrucción, mucho más hermosa y majestuosa que la torre Eiffel.